lunes, 16 de noviembre de 2009

Una mañana de invierno

Fue una mañana de invierno que la vi salir de casa, con un jean gastado, zapatillas negras, un polo celeste y una casaca blanca, recuerdo llevaba una cartera informal y en la otra mano un libro, del cual intente ver el titulo, pero ella muy astutamente había tapado ya la caratula con una hoja. Era preciosa, tenía el cabello atado en una trenza, los ojos profundos y negros como una noche lóbrega, y aunque no estaba tan cerca a ella, no me costó mucho verle el rostro, era preciosa, a donde ira? Me pregunte inmediatamente, seguro tiene que estudiar, ya que llevaba un libro entre manos; de pronto intempestivamente ella alzo la mirada, no sé por qué, pero me escondí entre las cortinas y espere unos segundos antes de volverme a la ventana, la vi por atrás, caminando con un paso indiferente, la seguí con la mirada hasta que tomo un taxi, o la habrán recogido, no me fije si el auto llevaba el anuncio característico de los “taxis”. Ese día, aunque tenía mucho que hacer (debía terminar una obra en la cual estaba trabajando) me quede en la ventana todo el día, esperando la hora de verla regresar, después de todo debía regresar a casa, verdad?. Mientras la esperaba imaginaba las cosas que estaría haciendo, la imaginaba en clase escuchando atentamente al profesor, o profesora?, la imaginaba resolviendo ejercicios de matemáticas, de esos difíciles, no sé porque pero me dio la impresión de ser buena con los números, pasaban las horas y yo imaginaba su voz, seguro debía ser linda, suave y femenina. A golpe de las 11 de la noche estaba dispuesto a cerrar la ventana q irme a dormir, después de todo tal vez ella ya habría llegado mientras yo fantaseaba con sus actividades cotidianas, estaba empezando a cerrar las cortinas cuando la vi venir, nuevamente me escondí entre las cortinas, después de todo a esa hora verme en la ventana hubiese sido fácil, ya que las calles estaban completamente vacías y mi luz encendida, poco a poco me volví a asomar, la vi caminando deprisa, como quien teme por algo, era tarde asumo que habría sido por temor a que le roben, de pronto paro en una puerta, BINGO! Sabia donde vivía!, abrió su cartera informal y busco por unos segundos, saco una llave con un llavero muy grande del cual me percate enseguida, giro un par de veces la manija y entro en su casa, subí a mi techo para ver si por alguna extraña casualidad del destino podría verla un poco más, y a veces el destino puede ser tan caritativo, y me di con la sorpresa que desde mi techo se veía la ventana de su habitación, la vi entrar, encender la luz un momento y luego volver a apagarla, Morfeo siempre gana, la bella se había dormido.
Al día siguiente me levante más temprano que de costumbre, me bañe, rasure, me vestí bien y esta vez no me asome por la ventana, no señor, esta vez el contacto debía ser frente a frente, cara a cara. Baje, abrí mi puerta y me asome, no vi a nadie, mire mi reloj y compare la hora del día anterior, la hora en la que ella había pasado, me fije y di cuenta que aun faltaban unos 15 minutos, espere tranquilo en la puerta, al cabo de 5 minutos la vi saliendo de casa, esta vez con un pantalón negro, un polo rosado y una casaca, no recuerdo que color era, se veía aun más hermosa que ayer, su cabello estaba suelto, el viento del invierno había conspirado con ella, se paseaba entre sus cabellos, cautivándome cada vez más, ella no paso por mi cuadra, subió a un auto que la esperaba en la esquina y se fue. No entiendo porque pero en esos momentos sentí una sensación extraña, no era cólera, no era dolor, era algo peor, sentí celos, celos por una chica que había visto dos veces en mi vida, quien sabe cuánto tiempo habría vivido ahí, pero para mí era una forastera, alguien que había llegado a mi vida de una forma inesperada, mientras yo me asomaba con un café por la ventana esperando que este se enfriara; celos, celos de alguien que no sabía que yo existía, o lo sabía?
Pasaron tres semanas, todas las mañanas bajaba a la misma hora a comprar en la tienda de la esquina, había encontrado la coartada perfecta para que ella no sospechase nada; y todas las noches la vigilaba desde mi ventana, a veces llegaba en las tardes, pero eso no me preocupaba, me basto una semana para adecuarme a sus horarios, cada día con una ropa distinta, cada mañana con un libro en la mano, cada mañana comprar la misma galleta en la misma tienda de la esquina, solo para verla, solo para pasar junto a ella. Mi vida se fue tornando mas rutinaria que de costumbre, pero a comparación de hace tres semanas, esta vez me gustaba, me emocionaba todas las noches pensando en cómo se vestiría al día siguiente y en que clases habría estado, pues en una de sus caminatas hacia el paradero la habría escuchado hablar por celular y decir “si, si ya tengo el trabajo, estoy yendo para la universidad, espérame”. Era confirmado, estudiaba, era una chica culta y bien parecida, que se esforzaba día a día por concretar su meta, ser profesional.
Recuerdo un viernes por la noche, que ella llego, entro en su habitación, prendió la luz y yo estaba listo para bajar de mi techo e irme a dormir, ya que ese era el ritual, prender la luz, ponerse la pijama seguramente, volver a apagarla y dormir, pero esta vez la luz no se apago, se quedo prendida casi una hora, estará leyendo pensé, al cabo de 45 minutos exactamente, ella salió de su habitación, apago la luz y salió de su casa, había un auto esperándola afuera, ella estaba preciosa, usaba tacos y un polo muy ceñido al cuerpo, color negro, su cabello estaba completamente liso y brilloso, sus labios tenían una especie de brillo natural, que labial habrá usado pensé. Subió al auto y se fue. Espere despierto en mi ventana toda la noche, pero ella no volvió. A la mañana siguiente, a la misma hora de siempre, me asome por la ventana, la cual había dejado abierta toda la noche y como era invierno empezaba a notar que mi cuerpo estaba reaccionando a las inclemencias del frio, me asome para verla pasar, pero no paso. Espere nuevamente todo el día en mi ventana para verla regresar, pero nunca volvió. Empezaba a desesperarme, donde habría estado? Que estaría haciendo?, nuevamente el sentimiento extraño se apodero de mi, celos, sentí nuevamente celos, pensé que debía estar con aquel hombre que la recogió la noche anterior en su auto, que debía haberla besado, tocado y… pensé en ir a buscarla a su casa, a preguntar a su familia por ella, donde estaba cuando volvía?, pero no sabía su nombre; empecé a sentirme impotente, no sabía que hacer, quería verla, se había convertido para mí, en una droga, un estupefaciente de cual dependía desde hace tres semanas, ya no era feliz pensando en ella, ya no me regocijaba imaginando que era lo que estaba haciendo, porque mi mente solo se imaginaba una cosa… me eché en la cama y sentí que el sueno acumulado de los últimos tres días me atrapaban, sentí que mis parpados me pesaban, los cerré, pero mi mente no concebía el sueno, seguía pensando en aquella chica de cabello ondeado, que el viernes pasado era lacio, seguía pensando en cuando volvería, en que era lo que hacía, de pronto un sentimiento angustiante me alcanzo, y si algo malo le había pasado? si sufrió algún accidente o peor aún, si alguien le hubiese hecho algo malo? Me pare inmediatamente, me dirigí a la ventana nuevamente, esta vez con más angustia que celos, y trate de encontrarla por las calles con la mirada, pero nada, ella no estaba.
Había asumido perderla, me costaba acostumbrarme a ello, ya que en el último mes, mi vida había girado en torno a sus pequeños recorridos matutinos y sus llegadas nocturnas, poco a poco fui retomando mis quehaceres diarios, empecé a escribir otro libro, no tenía nada que ver con ella, Salí, después de mucho tiempo me vestí y fui a un bar por una cerveza, no quería compañía solo quería un trago para despejar mi mente, después de todo los escritores como yo tenemos la fama de ser bohemios, en otras palabras unos ebrios que fuman demasiado; no me ofendía esa generalización, después de todo era verdad, disfrutaba tomarme un trago a solas y fumarme unos cuantos cigarrillos en mi habitación esperando que la inspiración tocase mi puerta. No era un desadaptado, era que el mundo no lograba conectarse conmigo, tenía una computador portátil en donde guardo todos mis escritos, algunos mejores que otros, según unos estúpidos críticos de libros; vivía solo en una casa que mis padres me dejaron cuando se fueron al extranjero con mi hermano, esperando que la vendiese y al termino de eso me uniera con ellos allá, yo no quería irme de Lima, era una ciudad perfecta para mi, lóbrega, triste, que me inspiraba en mi trabajo, decidí no venderla y vivir ahí el tiempo que sea necesario; contrate a una señora para que me haga la limpieza y cocine, no tenia mucho contacto con ella, casi nunca salía de mi habitación y cuando lo hacía a mi retorno la encontraba limpia y sin olor a cigarrillos, admito que esto me molestaba un poco, me agradaba entrar a mi habitación y sentir ese olor, me sentía en casa, sentía que ese era mi lugar, y cuando no era así simplemente me desorientaba.
Ya no me asomaba a mi ventana por las mañanas, ya no la esperaba por las noches, después de todo quizá así era mejor, ilusionarme con una mujer, de la cual no conocía ni su nombre, era absurdo, tonto, yo un hombre de 27 años pensando en una mujer de quien sabe, tal vez 19 o 20 anos, no era justo, no era justo ni para mi, ni para ella; no era justo para mí porque me había vuelto dependiente de su presencia, y no era justo para ella porque la privaba de conocerme, de decirle cuanto la amaba, dios mío, era verdad? Acaso la amaba? Como podía usar esa palabra “amor”, amar a alguien que nunca ha hablado contigo, que ni siquiera ha tenido un contacto visual conmigo, era ilógico, pero en mis 27 años de vida, había aprendido a reconocer el amor, en realidad el amor es más puro y verdadero cuando es idealizado, seguramente si yo le hablara o la conociese más me daría cuenta que no era perfecta, que seguramente era renegona, y callada, pero sorpresa, al pensar en esos defectos me pareció aun más atractiva, enumere todos los defectos en los cuales podría caer una mujer y para mi horror me di cuenta que aun así la amaba. Pero ella se fue, no volvió, no sé donde estará y era mejor así, que todo quede en una idealización, perfecta o imperfecta, de cualquiera de las dos formas yo estaba enamorado, enamorado de alguien que vivía a tres casas de la mía, enamorado de una mujer que pudo haber estado en mis narices toda mi vida y que nunca la note.
Como lo dije antes, y es justo decirlo ahora, el destino te da sorpresas, sorpresas te da la vida, como dice una canción de salsa que no recuerdo el titulo, como también había mencionado anteriormente yo dependía de una señora, una señora que me hacia la comida, pero que por cosas del destino, esa semana enfermo y tuve que arreglármelas yo solo para alimentarme, no me entusiasmaba el hecho de cocinar, mucho menos de lavar los trastes después de ello, pero mucho menos me entusiasmaba el ir a comer a un restaurante, comer con tanta gente alrededor, con gente que jamás has visto en tu vida, con gente a la cual no le interesaba escuchar platicas de libros y de historias como yo solía contar, por eso me decidí comprar una de esas comidas pre cocidas, calentarla un poco y ya estaba. Fui a la tienda de la esquina de mi casa, y al entrar la vi, la vi buscando entre sus bolsillos dinero para pagar el paquete de fideos que estaba comprando, saco un billete de cincuenta soles y se lo dio al tendero, este le respondió que no tenia sencillo y ella frunció el seno, me acerque, era la oportunidad perfecta para conocerla, saque un billete de veinte soles y se lo di al tendero, cóbrate, le dije, y ella me miro, me dijo “muchas gracias Sergio” y sonrió; sabia mi nombre!, como era posible ello? Me conocía! A mí, a mi que paro entre cuatro paredes las 24 horas del día, a mi que ni siquiera sabía su nombre, “no te preocupes…”, le respondí, hubiera deseado haberle dicho por su nombre, pero no lo sabía. “te debo una” respondió y me sonrió nuevamente, esta vez con una sonrisa coqueta, y se marcho.
De regreso a casa no podía pensar en hacer la comida, mis manos me temblaban, fue el mejor dinero que haya gastado jamás me dije a mi mismo mientras encendía un cigarrillo, no había acabo de hacerlo cuando sonó el timbre, Salí deprisa y oh sorpresa!, era ella!, ella!!!, en mi puerta, “gracias por lo de la tienda, el señor Juan a veces es tan pesado, dice que no tiene sencillo, pero como puede ser eso si su tienda está abierta todo el día, si tal vez hubiese sido de mañana lo habría entendido, aun no habría vendido nada, pero a estas horas … es el colmo” dijo extendiendo su mano con un dinero que pretendía devolverme, “no te preocupes, no fue nada” arremetí, “no, no, en serio muchas gracias, deseo pagarte”, insistió, “debes de tener problemas con las labores de cocina ahora que la señora Ana está enferma” me dijo, como sabia eso? Como sabia que la señora que trabaja conmigo estaba enferma, como sabia que se llamaba Ana, ni yo lo sabía, o tal vez y no me acordaba. “deseas comer conmigo?, mis papas están de viaje y estoy sola, no es un banquete pero te gustan los fideos rojos?”, no sabía que decir, era perfecto, ella me daría de comer, asentí con la cabeza y me sonrió, oh dios, esa sonrisa era perfecta, me dijo que volvería y en unos minutos regreso con unos tapers, la hice pasar, y se fue directamente a la cocina, como si ya conociera mi casa, yo me senté en el comedor, me sentí un ganador, como si ella fuese mi esposa y yo el marido que llegaba cansado del trabajo esperando la cena, regreso con dos platos servidos de fideos rojos y se sentó conmigo, “espero que no te moleste que almuerce contigo, pero me siento aburrida en casa sola”, negué con la cabeza y empecé a comer, juro que no sentí el sabor de la comida, pero me pareció tan delicioso verla comer junto a mí, era como un sueño, yo la miraba y ella me hablaba, me pregunto acerca de mis padres, aun están con tu hermano? Me dijo, si, si, respondí, como sabia ella eso? Como sabía que tenía un hermano, como sabia que mis padres Vivian con él, como sabia que estaban en el extranjero?, “los conoces?” respondí, me miro se rio discretamente y me dijo “no te acuerdas de mí?”, “no”, dije, esta vez con cierta vergüenza, “tu mami me daba clases de matemáticas cuando estaba en el colegio, era mi profesora, a veces venia a tu casa por las tardes para que me ensene un poco más, nunca fui buena con las matemáticas…”, y sonrió, claro está, ahora lo recordaba, ella era la pequeña niña que venía a hacer sus tareas con mi mama, pero en ese tiempo yo la veía mucho menor, en cambio ahora, ahora ella era… diferente, “sí, claro, eras tú”, le dije, mientras me daba cuenta que mi plato ya estaba vacío, aunque yo no hubiese siquiera sentido el sabor de la comida, pero seguramente estaba deliciosa, puesto que ella la había preparado, le pregunte que estaba estudiando, para mi sorpresa no era nada relacionado con matemáticas, estudiaba literatura, igual que yo, me conto que quería escribir libros para niños y que le hubiese gustado hacer algo mas altruista pero que en esas profesiones no se gana mucho dinero, aunque en la nuestra tampoco pero al menos te queda la satisfacción de haber podido expresarte libremente, después de todo puedes escribir un libro acerca de cualquier cosa, y si alguien te pregunta si lo que escribiste fue alguna experiencia personal simplemente dices que todo es inventado y punto. Me conto acerca de sus viajes, para su corta edad, que ahora sabia que eran veinte años, había viajado mucho, conocía muchas partes de Perú y también Colombia y Venezuela, yo escuchaba fascinado, “quieres ver una película? Es sábado y no tengo planes y tú?”, efectivamente era sábado pero ni siquiera tenía la intensión de hacer algo, solo echarme en la cama y pensar en ella “claro, pero donde” le respondí, “tengo varias pelas en mi casa, yo las traigo y tu vas haciendo la canchita” me dijo esta vez con una sonrisa muy peculiar, acepte inmediatamente, ella se levanto lavo los trastes, limpio la mesa y salió a su casa, yo estaba intrigado, no sabía hacer canchita, busque en la alacena y encontré esas bolsas de pop corn instantáneo para microondas, hice una bolsa y espere unos veinte minutos que fue mas o menos el tiempo que ella tardo en volver, trajo unas cinco películas, dos de ellas de suspenso una de terror y dos cómicas, me sorprendí que una chica le gustase ese tipo de películas, tenía el estereotipo de que a las mujeres les gustaban las películas de drama o las románticas, me agrado aun mas, me dijo “no he visto ninguna, pero me han dicho que esas cinco son muy buenas, estaba esperando verlas con alguien porque no me gusta verlas sola”, asentí con la cabeza y puse una de ellas en el DVD, no sabía cual había puesto pero no me importaba, solo quería sentarme junto a ella y esperar que las dos horas y media que duran esas películas no termine jamás, ella se sentó a mi lado, parecía muy cómoda, como si yo no fuese un extraño, me agrado su comodidad, me gusto el hecho de que ella no me tenía miedo, como suele suceder con las chicas que salen por primera vez en sus citas, quizá fue porque eso no era una cita, sino algo fortuito que estaba pasando, que el destino tenía preparado para mí. Mientras veíamos la película note que ella subía las piernas en el sillón y apoyaba la vasija de canchita en su regazo, hubiese querido ser la vasija por unos segundos, apoyo su cabeza en mi hombro y me ofreció de la vasija, cogí un punado y comí, parecíamos una pareja de enamorados, me hubiese encantado que así fuera, pero aun faltaba algo, faltaba que ella me conociese a mí. No trate en ningún momento de abrazarla, ni de usar el burdo truco del bostezo para posar mi brazo en sus hombros, simplemente fuimos amigos, verdaderos amigos esa tarde, esa tarde que se convertía en noche y que no quería que termine jamás, yo estaba enamorado, enamorado de la chica que vi pasar una mañana por mi ventana, enamorado de la chica que regresaba en las noches a casa, enamorado de la chica que Salió un viernes por la noche y no sé cuando volvió… un momento, esa noche ella salió con un hombre, tendrá enamorado?, de pronto ese sentimiento de incertidumbre y angustia de apodero de mi, celos, nuevamente los celos, quise preguntarle si tenía enamorado, si estaba saliendo con alguien, pero temí que mi pregunte dejase ver que yo sentía algo por ella, así que ignore, ignore mis celos enfermizos, no quería arruinar el momento, no quería que nada lo hiciera imperfecto, de pronto escuche la música de termino de la película, era posible? Ya había terminado?, ella se paro se acomodo el polo y dejo la vasija en la mesa, me dijo “ya me voy, te dejo las demás pelas para verlas otro día te parece?”, una cita? Me estaba prometiendo una cita? “ya normal” respondí, ella se acerco, me dio un beso en la mejilla y por primera vez sentí su piel, que no hubiese dado por otro roce con su mejilla, se enderezo y salió de casa, subí inmediatamente a mi ventana y la vi entrar a su casa, era oficial, éramos amigos.
A pesar de que ya nos frecuentábamos seguido, es decir yo la llamaba, ella venia a mi casa a ver películas, a veces cocinaba, yo nunca iba a visitarla, era imposible, como preguntar por ella? Aun no sabía su nombre, pero nunca se lo pregunte, es decir ya éramos amigos, y hubiese resultado un poco incomodo decirle cómo te llamas? Después de casi seis meses de vernos, ella jamás me dijo su nombre, yo la llamaba “roja”, porque siempre que cocinaba hacia fideos rojos, era una clave, un secreto entre los dos, ella nunca me reclamo el porqué no la llamaba por su nombre, pero así era mejor. Se convirtió en mi amiga, en mi única y verdadera amiga, a ella le contaba todo, le ensenaba mis escritos, a veces los criticaba, pero no me importaba, era feliz, siempre quise leer alguno de los suyos pero nunca quiso ensenármelos, no son muy buenos, decía constantemente; poco a poco deje de verla como la chica que pasaba por mi cuadra en las mañanas, a la que yo esperaba. Ella me llamaba y me decía estoy pasando por tu casa, con un tono irónico y de burla y yo salía desesperado por mi ventana a verla, me saludaba y entraba a su casa, era perfecto. No soy un obseso ni mucho menos loco, soy lo que soy, no es que haya estado obsesionado con ella, pero me agradaba tenerla cerca y distante al mismo tiempo, era el tipo de relación que yo había esperado desde hace mucho tiempo, claro que nunca hubo acercamiento físico, nada de abrazos, jamás intente tocarla, mucho menos besarla… gran error…
Seis años más tarde mi amiga se caso, fui a su boda, le compre un fino juego de copas, presencie la ceremonia, comí del pastel, baile con ella, la vi besar a su novio, su esposo…
Hay ciertas personas que nacen predestinadas para cambiar vidas, ella cambio la mía, pero también estaba predestinado que no seria para mi… después de todo las historias no siempre terminan en un final feliz.